Més
16 setembre, 2019 11:00 am
El nombre de Marcelino Orbés es uno de los estandartes del entretenimiento de masas de principios del S. XX. Bajo su nombre artístico de Marceline, este oscense (Jaca, 1873) se convirtió en el mejor payaso del mundo. Sus espectáculos eran el principal reclamo de uno de los escenarios más importantes del mundo, el Hippodrome de Nueva York, con capacidad para más de 5.000 espectadores.
Con un talento innato y los cambios sociales que se produjeron en los inicios del S.XX, la fama de Marcelino fue aumentando exponencialmente; primero serían los circos más importantes de España, donde adquirió una importante formación, poco después saltó a las grandes compañías europeas del momento: Lockhart en Francia, Carré en Holanda y Hengler en Gran Bretaña. Tras su triunfo absoluto en Londres, donde haría debutar al entonces joven y desconocido Charles Chaplin, dio su salto al otro lado del Atlántico.
Nueva York representaría su zénit y su caída. Durante siete años de forma ininterrumpida, Marceline se encumbraría como una estrella mundial y atraería a público de innumerables países. La llegada del cine y su inadaptación a este formato supuso el principal motivo de su declive, para acabar sus días arruinado en una habitación de hotel. Su suicidio fue llevado a portada de algunos de los principales periódicos del Estados Unidos pero su nombre poco a poco fue cayendo en el olvido.